Profile: Katushka R.A. Olave Omonte

Katushka R.A. Olave Omonte was born in La Paz, Bolivia, and has called North Carolina home since 1987. For nearly four decades, she has witnessed the growth and transformation of the state, playing a vital role as a guide, advocate, and bridge for those navigating new beginnings. Though she originally moved for work, over time she found in North Carolina a place to grow roots. When asked what she appreciates most about the state, her answer is simple and powerful: “The people and the environment.” 

Katushka’s profession isn’t easy to define—but that’s because her work spans many roles, all centered on empowering others. Over the past 13 years, she has worked as a journalist, educator, and community organizer. In each of these capacities, her mission remains clear: “I guide immigrant residents to navigate the system and make sure our needs—which are often very different from other communities—are acknowledged.” Her work is grounded in the belief that everyone deserves to be seen, heard, and supported. 

Katushka deeply values her cultural heritage. Her language, music, and food are not just personal treasures but ways of keeping her culture alive and sharing it with others. These expressions of identity are a source of joy, connection, and pride. She believes that the Spanish speaking communities bring rich contributions to North Carolina through hard work, cultural traditions, and celebrations that reflect their homelands. “Through their work and participation in events and celebrations, Spanish speaking people truly enrich our community.” 

Throughout her time in North Carolina, Katushka has helped many immigrants shift from feeling “new” to feeling at home. As she reflects on her work, she expresses clear hope for the future: that we move beyond just planning services and instead commit to strengthening and continuing them. “We are no longer new,” she says. Her story is one of permanence, dedication, and cultural pride—a reminder that belonging isn’t just about arrival, but about building something lasting together. 

Spanish Version 

Nombre: Katushka R.A. Olave Omonte
País de origen: Bolivia
Profesión: Periodista, educadora y organizadora comunitaria

Katushka R.A. Olave Omonte nació en La Paz, Bolivia, y ha considerado Carolina del Norte su hogar desde 1987. Durante casi cuatro décadas, ha sido testigo del crecimiento y la transformación del estado, desempeñando un papel vital como guía, defensora y puente para quienes comienzan una nueva vida. Aunque originalmente se mudó por trabajo, con el tiempo encontró en Carolina del Norte un lugar donde echar raíces. Cuando se le pregunta qué es lo que más aprecia del estado, su respuesta es simple y poderosa: “La gente y el entorno”.

La profesión de Katushka no es fácil de definir, y eso se debe a que su trabajo abarca muchos roles, todos enfocados en empoderar a los demás. Durante los últimos 13 años, ha trabajado como periodista, educadora y organizadora comunitaria. En cada una de estas funciones, su misión se mantiene clara: “Guío a residentes inmigrantes a navegar el sistema y me aseguro de que nuestras necesidades—que muchas veces son muy distintas a las de otras comunidades—sean reconocidas”. Su trabajo se basa en la creencia de que todas las personas merecen ser vistas, escuchadas y apoyadas.

Katushka valora profundamente su herencia cultural. Su idioma, su música y su comida no solo son tesoros personales, sino formas de mantener viva su cultura y compartirla con los demás. Estas expresiones de identidad son fuente de alegría, conexión y orgullo. Ella cree que las comunidades hispanohablantes aportan contribuciones valiosas a Carolina del Norte a través de su arduo trabajo, tradiciones culturales y celebraciones que reflejan sus países de origen. “A través de su trabajo y su participación en eventos y celebraciones, las personas hispanohablantes verdaderamente enriquecen nuestra comunidad”.

A lo largo de su tiempo en Carolina del Norte, Katushka ha ayudado a muchas personas inmigrantes a pasar de sentirse “nuevas” a sentirse en casa. Al reflexionar sobre su trabajo, expresa una esperanza clara para el futuro: que vayamos más allá de solo planificar servicios y nos comprometamos a fortalecerlos y darles continuidad. “Ya no somos nuevos”, afirma. Su historia es una de permanencia, dedicación y orgullo cultural—un recordatorio de que pertenecer no se trata solo de llegar, sino de construir algo duradero en conjunto.